martes, 22 de febrero de 2011

aspiración vital




Me preguntaba cómo podía vivir con alguien así.
Tenía más libros de los que yo había visto en toda mi vida: dos bibliotecas, dos habitaciones con las cuatro paredes llenas hasta el techo, y libros como el Apócrifo Esto-o-lo-Otro en diez volúmenes.

Puso óperas de Verdi e imitaba a los cantantes vestido con un pijama que tenía un gran roto en la espalda. Todo le imprtaba un comino. Es un gran erudito que andaba dando tumbos por los muelles de Nueva York con manuscritos musicales originales del siglo diecisiete bajo el brazo, chillando. Se arrastra por las calles como una gran araña. La excitación le salía por los ojos en llamaradas de luz diabólica. La cabeza le daba vueltas en éxtasis espasmódicos. Balbuceaba, se retorcía, se tiraba al suelo, gemía, aullaba, se echaba hacia atrás desesperado.

Apenas podía articular palabra debido a lo que le excitaba la vida. Dean estaba ante él con la cabeza inclinada, repitiendo una y otra vez:

- Sí ... sí ... sí ... - Me llevó a un rincón -. Este Rollo Creb es el más grande, el más maravilloso de todos. Es lo que trataba de decirte ... así es como quiero ser yo. Quiero ser como él. Nunca se queda colgado, va en todas direcciones, deja que todo vaya por sí mismo, sabe lo que es el tiempo, lo único que tiene que hacer es balancearse adelante y atrás. ¡Tío, es el acabóse! ¿Ves? Si haces lo mismo que él todo el tiempo lo habrás conseguido.

- ¿Conseguir qué?

- ¡ESO! ¡ESO! Te lo diré... pero ahora no tengo tiempo

domingo, 20 de febrero de 2011

siguiendo la Ruta 66



L.A es la ciudad más solitaria y la más brutal de toda América; Nueva York tiene un frío en invierno que te cala hasta los huesos, pero se nota cierta cordialidad en algunas de sus calles. L.A es la jungla.

South Main Street, la calle por la que Terry y yo paseábamos comiendo perritos calientes, era un carnaval fantástico de luces y brutalidad. Policías de btas altas registraban a la gente casi en cada esquina. Los tipos más miserables del país pululaban por las aceras; todo eso, bajo aquellas suaves estrellas del sur de California que se pierden en el halo pardo del enorme campamento del desierto que es realmente LA. Se podía oler a tila, yerba, es decir, marihuana, que flotaba en el aire junto a los chiles y la cerveza. El salvaje y enorme sonido del bop salía de las cervecerías; mezclado en la noche norteamericana con popurrís de música vaquera y boogie-woogie.

Todos se parecían a Hassel. Negros violentos siempre riendo con gorras bop y barba de chivo; después estaban los hipsters de pelo largo, completamente hundidos, que parecía que acababan de llegar de Nueva York por la Ruta 66; después estaban las viejas ratas del desierto que llevaban paquetes y se dirigían a algún banco de la plaza; luego estaban los ministros metodistas con mangas deshilachadas, y algún ocasional santo naturista muy joven con barba y sandalias. Hubiera querido conocerlos a todos, hablar con todos, pero Terry y yo estábamos demasiado ocupados intentando conseguir algo de dinero.

También andaban por allí, mirándose unos a otros, apuestos maricas muy jóvenes que habían ido a Hollywood para ser vaqueros. Se humedecían las cejas con el dedo mojado en saliva. Las chicas más guapas del mundo pasaban con sus pantalones; habían llegado para ser estrellas y acababan en casas de citas.




Hollywood Boulevard era un tremendo frenesí de coches; había pequeños accidentes por lo menos a cada minuto: todos corrían hacia la última palmera... y después estaba el desierto y la nada. Los ligones de Hollywood permanecían delante de ostentosos restaurantes, discutiendo exactamente como discuten los ligones de Broadway ante el Jacobs Beach, en NY, solo que aquí llevaban trajes ligeros y su lenguaje era más ridículo. Altos, cadavéricos predicadores, desfilaban también. Mujeres gordas y chillonas cruzaban el bulevar corriendo para ocupar un puesto en la cola de los programas de radio [...] La gente comía lúgubremente junto a cascadas, con el rostro verde tristeza marina. Todos los policías de LA parecen guapos gigolos; evidentemente habían venido a la ciudad a hacer cine. Todo el mundo había venido a hacer cine, hasta yo.


miércoles, 16 de febrero de 2011

Notas sobre los efectos del yagé




Imágenes que caen lentas y silenciosas como la nieve....Serenidad...Caen toas las defensas... todo entra o sale libremente... El miedo es simplemente imposible... Una hermosa presencia azul fluye dentro de mí... Veo un sonriente rostro arcaico semejane a una máscara polinésica... Es un rostro azul púrpura salpicado de oro...

La habitación toma el aspecto de una casa de putas del Cercano Oriente - paredes azules y lámparas de borlas rojas... -, siento que me convierto en una negra, el color oscuro va invadiendo silenciosamente mi carne... Convulsiones de lujuria... Mis piernas adquieren una forma bien torneada, una calidad como polinésica... Todo se agita, cobra una vida furtiva, temblorosa.... La habitación es el Cercano Oriente, lo negro, Polinesia, algún sitio familiar que no localizo... El yagé es un viaje espacio-temporal... La habitación parece temblar, vibrar, entrar en movimiento...

La sangre y sustancia de muchas razas negras: negros, polisenios, mongoles de las montañas, nómadas del desierto, políglotas del Cercano Oriente, indios... razas todavía no concebidas ni nacidas pasan a través del cuerpo... Migraciones, viajes increíbles a través de desiertos y selvas y montañas (éxtasis y muerte en valles cerrados de las montañas en los que las plantas nacen del sexo, inmensos crustáceos se incuban en el interior y rompen el cascarón del cuerpo) cruzando el Pacífico en piragua hasta la Isla de Pascua.

sábado, 12 de febrero de 2011

Life was chaos




I wanted someone to enter my life like a bird that comes into a kitchen
And starts breaking things and crashes with doors and windows
Leaving chaos and destruction.

This is why I accepted her kisses as someone who has been given a leaflet at the subway. I knew, don’t ask me why or how, that we were gonna share even our toothpaste. We got to know each other by caressing each other’s scars
Avoiding getting too close to know too much
We wanted happiness to be like a virus that reaches every place in a sick body I turned my home into a water bed and her breasts into dark sand castles
She gave me her metaphors, her bottles of gins and her North Africa stamp collection.

At night we would talk in dreams, back to back and we would always, always, agree. The sheets were so much like our skin that we stopped going to work. Love became a strong big man with us, terribly handy, a proper liar, with big eyes and red lips. She made me feel brand new. I watch her get fucked up, lose touch, we listened to Nick Drake in her tape recorder and she told me she was a writer. I read her book in two and a half hours and cried all the way through as watching Bambi.

She told me that when I think she has loved me all she could, she was gonna love me a little bit more. My ego and her cynicism got on really well and we would say “what would you do in case I die” or “what if I had Aids ?” or “don’t you like the Smiths” or “let’s shag now”.We left our fingerprints all around my room, breakfast was automatically made, and if it would come to bed in a trolley, no hands, we did compete to see who would have the best orgasms, the nicer visions, the biggest hangovers.
And if she came pregnant we decided it would be God hand’s fault. The world was our oyster. Life was life.

But then she had to go back to London, to see her boyfriend and her family and her best friends and her pet called “Gus”. And without her I’ve been a mess. I’ve painted my nails black and got my hair cut. I open my pictures collection and our past can be limitless and I know the process is to slice each section of my story thinner and thinner until I’m left only with her, I’ve felt like shit all the time no matter who I kiss or how charming I try to be with my new birds. This is the point, isn’t it ?
New birds that will project me along a wire from the underground into the air, into the world.

sábado, 5 de febrero de 2011

Embr(i)ague




Ahora todo se frena como si alguien hubiese puesto su empeine bajo mi acelerador.

Huele a goma quemada, incluso sabe a goma quemada. Esto no flota, no hay balsas de aceite. Gasolina y explosión, de todo excepto ganas. Cualquier cosa puede empezar cuando algo se acaba, el pez se muerde la cola, y yo pico tu anzuelo porque me da la gana. Consciente de que no me voy a dejar pescar, me dejo querer. Dejarme querer, aquí, consiste en dejarme odiar 9 horas al día para sonreír cada 28 de mes.
Bajo las escaleras, abro los ojos, ya los volveré a cerrar mañana otro rato.

viernes, 4 de febrero de 2011

Eva




"Envidiada por la princesa del guisante, rebelde de causas mayores como noche de vida alegre y esas mañanas tristes revolcandote en la cama, rata de coacla portadora de enfermedades mortales, guarda en un bote las cualidades de la perfeccion, cual felicidad o esperanza. Lucha por permanecer cuerda en un mundo de camisas de fuerza de raso negro mientras camins golpeando botellas vacias de recuerdos insufribles de sumarios perdidos. Tiene miedo a quedarte sola, se amputa la mano y me la da, asi siempre "caminaras a mi lado" me dice, sencillas palabras vendidas al mejor postor, cuadernos que nunca se dejan ver, musica funebre en este dia especial."


Eva, vista por los ojos de su precioso Adán.