El amante distingue cada vez menos claramente los límites de su cuerpo, no es como los otros, no está acabado, en la habitación sigue creciendo, aún no ha alcanzado las formas definitivas, se hace a cada instante, no sólo está ahí donde lo ve, también está en otras partes, se extiende más allá de la vista, hacia el juego, la muerte, es flexible, se lanza todo entero al placer como si fuera mayor, en edad, carece de malicia, es de una inteligencia terrible.
lunes, 31 de enero de 2011
El amante
sábado, 29 de enero de 2011
un eterno ciclo vital
La poesía lleva al mismo punto que todas las formas del erotismo; a la indistinción, a la confusión de objetos distintos. Nos conduce hacia la eternidad, nos conduce hacia la muerte y, por medio de la muerte, a la continuidad: la poesía es la eternidad. Es la mar, que se fue con el sol.
“Georges Bataille”
¡No puede ser que todavía escribas a mano!
La escritura a mano, al menos para mí, corrige parte de aquellas carencias sensoriales vinculadas al acto de escribir. Al atrapar entre los dedos la pluma o el lápiz usurpo, de alguna forma, el trono del escultor con su cincel y el del pintor con su pincel. Y al deslizarse la tinta por el papel puedo presumir de movimientos parecidos a los que provocan las incisiones del cirujano en la piel.
El trabajo se hace físico, sucio e incluso doloroso a medida que transcurre el tiempo: los dedos quedan marcados por la silueta de la pluma, el sudor pega la hoja a la palma de la mano, la muñeca es circundada por calambres y notas esa continua incomodidad que te hace cambiar de posición una y otra vez.
Hay vida y percibes cómo late el corazón debajo de las uñas. También hay riesgo. Procura no equivocarte. Busca que la empoción justa tenga la idea justa y que la idea justa, a su vez, se abalance sobre la palabra justa. Ve lento, no te equivoques. No tienes una tecla para borrar tus errores y tus tachaduras se te aparecerán como heridas que no sabes si han cicatrizado.
lunes, 17 de enero de 2011
Un pariente antropófago
sábado, 15 de enero de 2011
men
Henrry Miller, "Sexus".
sábado, 8 de enero de 2011
manatí
-tocá, tocá, dentro no hay monstruos. Sólo soy un reservorio lejano y cobarde.
*el lenguaje adopta la forma de las bocas; así, “manatí” es un continuo palpar de curvas y vórtices coronados por la tilde del destierro. Véase también: paradoja. (con a inclinada, derrapante hacia la brecha)*
-tocá, tocá, sólo queda agua. Con la a.